jueves, 12 de abril de 2018

La Maleta

Se han escrito cartas de amor a a tantas cosas que hoy quiero escribir esta carta de amor a algo especial ... LA MALETA!!! Querida maleta. Hemos compartido momentos extraordinarios, somos muy buenas amigas... tantas alegrías, tantos lugares recorridos, pero esta vez la situación es diferente. Aprovecharé una gran oportunidad fuera de país, y me toca guardar la vida en tí, toca dejarlo "todo", emprezar de nuevo. Y me pregunto: ¿Cómo puedo guardar tanto en tan pocas dimensiones físicas? La ropa es lo de menos cuando se inicia en otras latitudes, he llegado a pensar que con tan solo tres mudas alcanza. El detalle es desapegarme de una vida llena de detalles, para escoger, entre tantas cosas, cuales dejan de ser tan importantes como para quedarse y cuáles son las que se tienen que ir con nosotras. De modo que inicio la tarea más difícil, dejar todas aquello que durante mucho tiempo ha formado parte de mi vida y, aún cuando pueda sonar materialista o frívola, son los recuerdos los que no sé cómo doblar y guardar en tan poco espacio. Son estrictos con el peso, así que he comprado una balanza para no excederme, es que el tema del chequeo en el aeropuerto me estresa un poco. He visto gente que a última hora les hacen sacar cosas para que puedan cumplir con lo que solicita la aerolínea. Y entonces pienso... aquello de valor intangible en qué compartimiento lo puedo guardar? Si solo empaco las fotos , los libros, mi colección de cartas, los collares y el maquillaje, estas líneas llegarían a su fín, es que esto sería suficente para ocuparte por completo, y tú tampoco puedes guardas tantas cosas. Pero esto entre tú y yo va más allá. Tú no eres cualquier maleta, eres lo mejor de lo mejor. Tantos viajes juntas y sigues intacta. Has superado todas las veces que te han lanzado como un balón para llevarte al avión, has resisitido el peso de otras infinitas maletas sobre tí, y ni contar tus rueditas perfectas que jamás han perdido su balance o alineación, de verdad que eres como pocas. Tu piel tan suave y resistente sobrevivió a un intento de robo con arma blanca (ocurrido por cierto en uno de tantos viajes dentro del mismo aeropuerto) y aún con todo eso tus cierres se deslizan como la pimera vez que te tuve en mis manos... definitivamente eres mi Heroína. Entre tantas esperas me has servido de asiento, de cama, mesa para la computadora, de comedor y hasta tableto de juegos... claro, no todo ha sido hermoso. Al momento de llegar a mi destino, mi corazón se acelera, cual potro desbocado, cuando empiezas a tardar y al mirar alrededor sé que esa sensación nos invade a más de uno . Estoy muy clara de que tienes parecido con otras, pero yo te hice diferente para que sobresalieras entre tantas (es que una vez pasé una pena terrible cuando por confusión, tomé una maleta ajena) así que te amarré unas tiritas de colores, te pegué unos adornitos escandalosos y en fín... lo que me falta es colocarte un GPS. Casi me he infartado cuando veo se acaban las maletas y no llegaste o peor... cuando me ha tocado esperarte porque vienes en otro vuelo. Es que eres tan importante que solo la idea de perderte me hace entrar en pánico. Son tantas las cosas cotidianas que forman parte de mi todo que pudiése parecer una locura querer llevarlas conmigo: mis cuatro almohadas, mi silla favorita, la ollita donde no se pega el arroz y el budare que ya está curado... ¿eso existirá a dónde voy?. Aún así las llevaría si pudiera guardarlas en ti Me han contado que a donde voy los aguacates son muy pequeños así que llevaré una pepa curada en uno de tus compartimientos a ver si pega y quién quita que hasta me haga famosa vendiendo aguacates en tierras extranjeras. Maleta... no me gustan mucho las medicinas, pero le tengo tanta fé al bicarbonato como cura para todo, que por instantes pensé en llevar una bolsita escondida. Claaarooo, luego pensé: ¿y si me abren la maleta y ven aquel polvo blanco?; ¿y si lo confunden con droga y me llevan presa?... mejor olvidamos lo del bicarbonato. Claro que unas semillas de ají dulce barquisimetano pueden pasar desapercibidas con más facilidad si las esparso por todos lados, guárdalas con cariño. Gracias a Dios no soy de aquellos que atesoran el ombligo de nacimiento o el primer dientito de leche que mudaron y no tengo el primer vestidito que usé recién nacida, ni mucho menos el traje de novia heredado de la bisabuela o la cosa sería más difícil. Sin embargo, hay cosas que me resultan más difíciles de dejar: mis libros, mis apuntes, mis máquinas de coser, las imágenes de mi altar... he conseguido algunos libros por internet y estoy escaneando todo lo que puedo, pero aún así no es una tarea fácil. Una amiga me motiva diciéndo que el lugar al que voy es tan hermoso que quizás ni me dé tiempo de leer, otra amiga que es terapeuta, me insiste en que debo manejar el desapego y guardar en tí lo estrictamente necesario, el detalle es que para mi esa palabra tiene otra connotación... como que mejor te hago un rezo o un conjuro para que te hagas invisible cuando te chequeen. Me gustaría que fueses como las maletas mágicas de las comiquitas en donde puedo colocar dentro la bicicleta o las cortinas de la sala sin que hagan bulto, pero no queda otra que hacer magia juntas para que te hagas ligera. Es que muero de angustia si dejo algo importante, una vez que partamos no hay marcha atrás. La guitarra y el cuatro los llevo conmigo y estoy pensando seriamente en usar sus compartimientos para llenarlos de algunas cosas, incluso estoy en la búsqueda de un abrigo con muchos bolsillos para no hacerte el trabajo tan dificil , así que la imagen de parecer un Ekeko sigue pasando por mente con frecuencia. Maleta eres quien me acompaña en este comienzo, tenemos que llevarnos bien, no puedo dejar de pensarte y no quiero que seas mi tortura, al contrario, te necesito como mi aliada, mi compañera. ¿Cómo harán las personas en esta misma situación con sus implementos de trabajo? el mecánico con sus herramientas, los Cheff con sus cuchillos, las bailarinas con sus trajes y su música?... quizás me estoy quejando de más... no tengo un cuadro famoso, una pieza heredada, ninguna mantelería o algún recuerdo cariñoso de la abuela que debas resguardar, por lo que creo que no debería ser tan complicado empacar, total... mis herramientas son mis manos y mi conocimiento. Recuerdo esos tiempos donde empacar era solo llenarte de cosas y buscar quien se sentara encima de ti para lograr cerrarte sin explotar el cierre, perdías por completo tu forma y parecías una cosa redonda a punto de estallar... pero hoy han cambiado los tiempos. Ay amiga maleta!!!... he iniciado la venta de muchas cosas pensando que con el dinero que obtenga podré reponerlas donde voy y así pretender hacerte el trabajo más sencillo. Te confieso que hay momentos en los que colocar precio a las tazas o a las camas no tiene importancia, lo complicado es... ¿cómo se valora monetariamente el primer portarretrato que hizo mi sobrina en el maternal o los adornitos de la nevera que mis amigos me han traido como recuerdo de sus viajes por el mundo, las fachaditas que están en la entrada o los adornos del jardín... ese pequeño duende desgastado por el sol y la lluvia que todos los días saludo al llegar a casa... esas bebidas que guardé para una ocasion especial y que si empiezo a tomarlas ahora puedo quedar ebria todos los días hasta irme...?, ¿es que la Virgencita de la entrada tiene un precio?, ¿o se la regalo a alguien que la cuide como yo?. Hay mañanas en las que me levanto positiva, diciendo lo de la llama violeta y repito... me va a ir bién , no necesito llevar tantas cosas, al final todo es material... Me llevo contigo en un compartimiento secreto y especial todos los caminos recorridos, los crepúsculos que disfruté en el Parque Ayacucho de Barquisimeto, el sabor de las empanaditas de Ña Luiliz en Yaritagua, unas conchita de mar que me traje de cuando viví en Margarita y el bonito traje que le hice a la Virgen del Valle, una monedita del parque de Mérida y unos lindos frailejones, la frescura de las playas de Morrocoy , el friíto matutino de San antonio, el paseo por el tobogán de la selva, el rostro mojado del parque La LLovizna, el olor a café recién colao a las 4 am antes de jopear las vacas en apure y la textura de una cachapita de maiz recién molido, también guardo el olor del quesito de mano de Valle de La Pascua (bueno, la arena de los Medanos de Coro creo que aún cuando ha pasado el tiempo desde que fuí, todavía la tengo pegada de mi ropa íntima así que esa no la guardo contigo) la energía de la Basílica de La Chinita y las veces que compartí con La Divina Pastora en Santa Rosa, las panelitas San Joaquin, las catalinas de camino a Valencia y este clima extraordinario que voy a necesitar para mi futura siembra de aguacates. Sé que me irá bién, no estoy huyendo ni escapando, solo iniciando un viaje largo en el que quizás tarde un poco en regresar y aún cuando haga otros viajes o compre otras maletas, tú siempre serás especial. Te recordaré como a la amiga que me acompañó con lágrimas al despedirse en el aeropuerto y como las manos que me dieron la bienvenida a una nueva etapa de mi vida. Gracias querida maleta por estar conmigo.

Carta a un objeto...

La Voz del objeto. No es metafórico, es literal, soy yo quien sostiene tus sueños, quien soporta tus vueltas interminables en tus noches D...